RAMÓN DORIA BAJO. La piel de toro
El Comentario
Casi todo «delincuente» –y, muy especialmente, los delincuentes monetarios– suelen necesitar «cómplices» que les ayuden a perpetrar el delito o a ocultarlo. Cómplices que pequen por acción u omisión. Cómplices que, naturalmente, exigen una parte del botín, ya sea en metálico o en especie (Un puestecito bien remunerado o en el que puedan, a su vez, ejercer una jugosa delincuencia). Entre cómplices y delincuentes está claro que existe una mutua dependencia: a nadie le interesa irse de la boca/tirar de la manta. Así pues con el primer delito se inicia una pequeña «comunidad» de delincuentes/cómplices entre los cuales reina la ley del silencio, la omertá.
En la misma medida en que los delitos van fructificando, se va ampliando esa comunidad delictiva aplicándose en nuevos campos/nichos de negocio. Así el cobro de un porcentaje sobre la adjudicación de la adquisición de petróleo de todo el Estado se puede compatibilizar sin problema con la adjudicación fraudulenta de los ITV de una Comunidad Autónoma. Simplemente van entrando nuevos partícipes/cómplices/delincuentes. Toda comunidad mafiosa tiene un escalafón y los chivatazos y chantajes son armas de ascenso/descenso o salida violenta. Y en la medida que aumenta el tamaño de la comunidad se incrementan los riesgos pues siempre hay más flojos que se van de la lengua y más listillos que se enteran de las jugadas ajenas.
Dice el refrán que entre bueyes no hay cornadas refiriéndose a los astados grandes y castrados. Pero España es el país de la tauromaquia y entre toros SÍ hay cornadas. En 2005 Maragall denunció públicamente que CIU, el partido de Pujol, se financiaba mediante el cobro del 3% por adjudicaciones de bienes o servicios públicos. Sobre aquello la complaciente prensa pasó de puntillas para no hacer ruido y CIU siguió colaborando con la gobernanza estatal. Pero CIU quedó tocado por el affaire. Tan tocado quedó, que tuvo que utilizar la muletilla electoral de pasarse al nacionalismo activo. Algo que se consideró como una cornada en toda regla a la Sagrada Unidad Patriótica. La cornada de respuesta abrió el melón de la fortuna personal de la familia Pujol.
Ahora, en plena pandemia, asistimos al espectáculo entre cornúpetas y vemos en acción a: Banqueros-as/Villarejos/Corinnas… y presenciamos la espantáa del, todavía, “emérito” que se ha ido de gira por los paraísos fiscales a destruir ordenadores como los de Bárcenas o Blesa. ¿Quién será El Corneante toro enamorado de la Luna que abandona por las noches la manaa? ¿Será González, El Encalador o González, El Banquero o Florentino, El Castor o M.Rajoy, El Gallego u Ortega, El Modisto? Para no liarme la manta a la cabeza, yo -como periodista aficionado que soy- le adjudico la cornada a Chávez, El Venezolano. Claro qué, eso tiene un pequeño problema: está en el otro barrio. No queda otro remedio que hacerlo profesionalmente y atribuírsela al Coletas, también conocido por El Capacico.
El aforo de todas las Plazas de Toros de España no alcanza para que se sienten –en el banquillo– todos los miembros de estas mafias delictivas. La Monarquía parece estar pringada en pleno: Padres, Hijos y Espíritus Santos; La Transición fue un fiasco; La Constitución inservible por aforamientos, inviolabilidades, ciento-treinta-y-cincos; El Supremo cambia las sentencias hipotecarias en 24h tras la llamada de La Banca;……. ¿En qué país vivimos?
No me queda otra que gritar con Diego, el joven revolucionario gaditano de Camus en su gran obra de teatro, “El Estado de Sitio”: ¡Perderéis la oliva, el pan y la vida si dejáis que las cosas sigan como están! Hoy es preciso vencer el miedo si queréis conservar solamente el pan. ¡Despierta España!