Año de Andalucía
Desde Lagasca, por Manuel Fernández Valdivia
Año de Andalucía. Cada vez que celebramos el día local, autonómico, nacional o internacional de algo, siempre me vienen a la mente las preguntas: ¿Por qué un solo día? ¿Por qué no hacer de esas fechas el motivo de todo un año? Y el 28 de febrero pasado no pudo ser de otra forma, siempre, en mi caso, desde un punto de vista local.
El Ayuntamiento de Marbella, este año de pandemia y crisis económica, continúa apretando con sus impuestos a todos y cada uno de los ciudadanos. Democrático como pocos, no le importa que unos sean pobres y otros herederos de fortunas. Aquí todos somos iguales y no se le rebaja a nadie el Impuesto sobre Bienes Inmuebles, las tasas de basura o suministro de agua, etc, etc, etc. Bueno, ha habido excepciones.
Si dispones de una sociedad civil o mercantil que tenga un importe neto de la cifra de negocios superior a 1.000.000 de euros, sí que nuestros amados munícipes han tenido la deferencia de hacerles una buena rebaja del Impuesto de Actividades Económicas (IAE). Supongo que el Centro Comercial la Cañada, El Corte Inglés y otros en ese rango, estarán más que agradecidos por el detalle, independientemente de que alguno de estos tenga previsto largar a 3.000 empleados. Pecata minuta.
Entre el resto de mortales, algunos han tenido que esperar a recibir 350 euros por decorar su escaparate en Navidad, eso sí, si no tenían deudas contraídas con la Administración pública o, ahora, esos 2.000 euros que nuevamente promete el ayuntamiento repartir entre los castigados comerciantes, PYMEs y autónomos del municipio más rico de la Costa del Sol, después de Málaga capital.
Raphael y Andalucía
No me extraña que Raphael, sabedor de estas penurias, se inventara parte del Himno de Andalucía en la pasada entrega de medallas. El hombre, intentaba cambiar eso de ¡Pedid tierra y libertad!, por ¡dadme algo, por caridad! En fin, si Blas Infante levantara la cabeza viendo que seguimos pidiendo tierra y libertad ¿qué pensaría de nosotros 85 años después?
La cuestión es que, a pesar de todos estos desmanes, seguimos tranquilos, apoltronados en el sofá de casa pegados al smartphone o la tableta, despotricando de todo en las redes sociales, pero sin actuar de forma efectiva por ninguno de los derechos que nos han sido y están siendo arrebatados. ¿Qué fue de aquellos tiempos en los que San Pedro Alcántara se levantaba por toda injusticia? ¿Volveremos a ser lo que fuimos? Tiempos inciertos “bajo el sol de nuestra tierra.
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