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«Ayudar a la aldea marroquí de Khamlia desde San Pedro es uno de los proyectos de mi vida»

Itran N Khamlia es una asociación impulsada por la profesora sampedreña Mariví Menacho para fomentar el desarrollo y la educación de los habitantes de aquella aldea marroquí, situada en el Sáhara oriental y muy cerca de la frontera con Argelia. El colectivo desarrolla actividades culturales sin recibir ninguna subvención ni ayuda pública y en un momento en el que se hace prácticamente imposible entrar al país marroquí por el cierre de sus fronteras ante el Covid. «El colectivo se mantiene por la generosidad de la gente que me conoce y confía en mí, la cual me apoya cada vez que emprendo alguna iniciativa para hacer llegar lo que hace falta en cada momento», señala Menacho. Por Carmen Martín Castro.

¿Cómo surge la idea de crear este colectivo?

A través de repetidos viajes a la zona comienza a movilizarse una red de ayuda solidaria que se hace cada vez más sólida y amplia, por lo que se decide fundar una asociación para darle cabida y forma.

¿Cuáles son las principales necesidades de la asociación?

La ayuda económica desinteresada y el voluntariado solidario. Y en el momento de apertura de fronteras hacer llegar material escolar, sanitario y otros que se estimen en el momento.

¿Qué proyectos tiene previsto poner en marcha este año?

En cuanto se haga efectivo la apertura de fronteras se quiere comenzar con un triple proyecto pospuesto por esa misma causa. Se quiere orientar y dar soporte para desarrollar una cooperativa con las mujeres de la localidad para dar salida a sus productos manufacturados y plantear la posibilidad de apertura de un restaurante que revierta en la propia cooperativa además de desarrollar clases para enseñar español a dichas mujeres. Por otro lado, se quiere seguir dando solidez al proyecto educativo que ya se realiza con los niños y niñas de la localidad.

¿Cómo conoció la aldea? 

Por un viaje de placer que me llevo a dicho lugar, hace más de 13 años, viajaba con un grupo de yoga y pasábamos varios días allí realizando actividades, me enamoré del lugar y de su gente, observé sus dificultades y decidí que era un buen lugar para crear algo bonito en el que pudiera aportar mi granito de arena. 

¿Cómo llegó y qué le atrae de ella?

Khamlía y el desierto es para mí un remanso de paz, un lugar muy especial en el que me siento en casa y donde mi mente se relaja. El paso de los años ha hecho que cree vínculos afectivos con muchas personas de allí, de algún modo me siento unida a ella y es por esto que durante todos estos años he persistido en mi afán de ayudarlos en todo lo que pueda, se podría decir que es mi proyecto de vida o al menos uno muy importante.

¿Qué nos puede decir de la aldea?

Es una aldea pequeña que consta de alrededor de 55 familias cuya fuente de ingresos principal y casi única, tanto de esta aldea como alrededor, es el turismo. El atractivo principal del lugar en su música, única en la zona, por la que numerosos visitantes que viajan al desierto pasan por khamlia para disfrutar de la misma. Khamlia se encuentra a unos 60 km de la frontera con Argelia y no es un lugar de paso. Tiene una escuela pública pero no escolarizan a los niños y niñas de infantil y la escuela primaria está siendo desmantelada llevándose los niveles superiores a Merzouga, un pueblo a 8 kilómetros, dificultando más aún la labor escolar de los discentes. La aldea conserva sus costumbres en las que se mezclan la propias del país con las provenientes de sus orígenes africanos, pues la mayor parte de la población es negra y es de ahí de donde nace la cultura gnawa, de donde nace su música característica. Es un lugar tranquilo, donde el tiempo pasa lento y donde la prisa no existe, un lugar rodeado de vastas extensiones de tierra virgen y montañas de arenas doradas, en el cual se puede disfrutar de un amanecer y un atardecer maravilloso, así como de un cielo espectacular plagado de estrellas en la noche, no existe contaminación lumínica ni de ninguna clase. El clima es duro, mucho frio en invierno y mucho calor en verano, oscilando la temperatura de entre 10 a 20 grados de la noche al día, con numerosas tormentas de arena, sobre todo en verano. El hospital más cercano está a dos horas, y aunque la atención es un derecho para todos y todas, las medicinas son pagadas íntegramente por el usuario, así como la mayoría de las pruebas que fueran necesarias realizarse, y todo es muy caro. Los taxis no llegan a Khamlia, solo algunas furgonetas que salen en la mañana y vuelven en la tarde, casi nadie tiene vehículo propio y apenas hay servicios, con lo que la mayor parte de las cosas hay que comprarlas fuera.

¿Cómo ha afectado la pandemia del Covid a su labor?

Afecta directamente puesto que mis viajes a la zona eran continuos, cada vez que tenía vacaciones o podía contar con días para viajar visitaba el lugar. En cada visita siempre me he encargado de llevar todo lo que escasease (material educativo, sanitario, de higiene, material para las manufacturas de las mujeres, herramientas…) y por culpa del covid y de las limitaciones de movimiento impuestas tampoco podemos llevar a cabo la caravana solidaria, la cual servía para llevar más volumen de material y con los voluntarios siempre se hacían mejoras en el espacio y actividades ludoeducativas, así como visita a las familias nómadas para hacerles llegar artículos de primera necesidad.