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El Camino de Santiago, la Calle Mayor de Europa

En la peregrinación se conoce gente de todo el mundo y a uno mismo

¡Ultreia peregrinos! Antiguamente, los penitentes del Camino de Santiago se saludaban diciendo ultreia, un latinajo que viene a significar “vamos mas allá o sigue adelante”. Si tienes pensado hacer alguna vez el Camino hasta Santiago de Compostella (Campo de las Estrellas) no te vendrá mal leer estas líneas para conocer datos y consejos que pueden ayudarte a conocerlo mejor y cumplir con este peregrinaje.

El Camino de Santiago está de moda

Que el Camino está de moda no lo discute nadie. En 1978, hace 40 años, llegaron a Santiago 13 peregrinos. En este año es muy posible que se vuelva a superar la cifra de trescientos mil caminantes que completaron el Camino en 2017. Según las estadísticas de la Oficina del Peregrino han sido 147.857 las mujeres y 153.149 los hombres que han recorrido las rutas jacobeas; la inmensa mayoría a pie (278.462 peregrinos), otros muchos en bicicleta (21.931), algunos a caballo (417) y cada vez más valientes en silla de ruedas (43). Los españoles ya hace algunos años que dejamos de ser mayoría en el Camino de Santiago; en 2017 hemos alcanzado un 44%. Mientras que Sarria, a cien kilómetros de Santiago, fue el lugar elegido por más gente para iniciar la ruta jacobea con unos 80.000 peregrinos.

En todo caso, tanto si se sale de Sarria, distancia mínima para recibir la Compostela que te reconoce como peregrino, como si se hace desde el inicio clásico del Camino Francés en Saint-Jean-Pied-de-Port a 773 km, conviene prepararse ahora que empieza el buen tiempo.

Avituallamiento

Hay que elegir una buena mochila, con un cinturón lumbar rígido en lo posible para no machacarse los hombros y que la cintura cargue con más de la mitad del peso. Tanto si se anda 100km como los 960 km de la Vía de la Plata, conviene que la mochila sea de tamaño medio (40-50l).

Otro elemento importante son las botas (sólo recomendables en invierno) o las zapatillas de trekking. Hay que “domarlas” durante los días previos que dediquemos a entrenarnos para hacer el Camino. El precio puede ser caro: son muy habituales, sobre todo con el calor de los meses de primavera-verano, las ampollas del peregrino, para las cuales el mejor remedio es tener adaptado el pie al zapato, llevar calcetines sin costuras y, previsoramente, llevar aguja, hilo y betadine, para saber drenarlas y desinfectarlas.

En el Camino de Santiago

En el Camino de Santiago, sobre todo si hacemos alguno de los largos (más de 15 días), se lava la ropa. Por eso conviene llevar una pastilla de jabón lagarto de toda la vida. También es un elemento fundamental los tapones para los oídos, porque en los albergues de peregrinos los ronquidos pueden hacer temblar las paredes. Otro consejo útil es meter la ropa en bolsas de plástico de esas del supermercado por si la lluvia empapa la mochila (y en el Norte el agua es capaz de filtrase por debajo de los cubremochilas).

También es aconsejable llevar chanchas, para cuando estamos en el albergue y usarlas cuando nos duchamos (los hongos suelen imponer su ley en los platos de ducha). Igualmente conviene que tanto la credencial del peregrino, tarjeta de crédito, DNI, dinero en efectivo, móvil y demás objetos de valor se guarden en una riñonera, de la cual no hay que separarse ni para dormir (el 99% de la gente en el Camino son peregrinos auténticos pero siempre hay algún amante de lo ajeno).

Un viaje interior

Quitando las connotaciones religiosas, que son muchas, no hay que olvidar que el Camino de Santiago es, por encima de todo, un viaje interior. Tener la atención puesta en algo tan básico como seguir flechas amarillas, comer, descansar, lavar ropa y dormir durante días y semanas seguidas nos hará darnos cuenta de qué estamos haciendo con nuestra vida. O no. Como decía don Quijote “mira Sancho que lo importa no es la posada, sino el camino”. Ale, a andar pues y ¡Buen Camino!.

Camino Mozárabe de Málaga

Aunque nos pueda parecer muy lejano el Camino de Santiago, tenemos muy cerca de Marbella el inicio de una ruta jacobea que recorre casi toda la Península hasta el Obradoiro. El Camino Mozárabe de Málaga era el que empleaban los cristianos medievales que vivían como súbditos de los musulmanes y que, a partir del siglo X, empiezan a peregrinar a Santiago.

El inicio está en la Iglesia de Santiago de la capital, pasa por Almogía, Villanueva de la Concepción, Antequera, Cartaojal, Villanueva de Algaidas y Cuevas Bajas. Son 96 kilómetros de carriles, asfalto y senderos hasta entrar en la provincia de Córdoba y enfilar hacia Extremadura para unirse a la Vía de la Plata que lleva a Santiago de Compostela. Está perfectamente señalizado y cuenta con albergues y otras infraestructuras peregrinas gracias a la gran labor de la activa Asociación Jacobea de Málaga. Y si tienes tiempo, piensa que sólo hay 1.200 km hasta Santiago.

Origen de la peregrinación

Santiago de Zebedeo, conocido en la tradición cristiana como Santiago el Mayor, fue uno de los doce apóstoles y murió a manos de Herodes Agripa I en Jerusalén entre los años 41 y 44 de nuestra era. Es el patrono de España, aunque los orígenes del culto a Santiago en Galicia permanecen en la oscuridad de los tiempos. A finales del siglo VIII se difunde en el noroeste de la Península Ibérica la leyenda de que Santiago el Mayor había sido enterrado en estas tierras tras evangelizarlas.

Así, ocho siglos después de la muerte del Apóstol Santiago un ermitaño llamado Pelayo dijo que vio una estrella posada en el bosque Libredón. Se lo comunicó a Teodomiro, obispo de Iria Flavia. Fueron allí y descubrieron en la espesura la antigua capilla, donde existe un cementerio de la época romana. Concretamente tres sepulturas, una de ellas cubierta con una lápida de mármol, correspondientes a Santiago el Mayor y sus discípulos Atanasio y Teodoro. Poco después, Alfonso II el Casto, Rey de Asturias, viajó con su séquito al lugar, resultando de esta manera ser el primer peregrino conocido y documentado de la Historia Jacobea.

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Fotos: Josefer Lima