Opinión

JESÚS MACKINTOSH. El esparte

El sueño del Marqués del Duero

Jesús-Macintosh. El esparte.gifDe pequeño solía escuchar los relatos que me contaban la familia de los pescadores que varaban sus barcas junto al Ancla. Eran historias que me apasionaban porque tenían que ver con la mar y todo lo que en ella habitaba. Había una en concreto que nunca me ha dejado de fascinar, y era la que tenía al esparte de protagonista.

Contaban, que durante un tiempo sufrieron el acoso de un ser que ellos denominaban el esparte, el cual podía reconocer el sonido del motor de cada una de sus barcas y saber cuándo estas estaban cargadas de peces, para horadarlas y comerse su contenido. Durante mucho tiempo estuvieron persiguiéndolo sin resultado hasta que un día acabaron con él. El nombre del esparte según ellos hacía referencia a la aleta que emergía del agua en el centro de su dorso, aunque nunca conseguí que me precisaran a que animal correspondía.

Hay otra anécdota sobre los almadraberos de Barbate, que narra que estos en una ocasión se sorprendieron cuando después de gritar uno de ellos: «Esparte a sotavento», fueron corregidos por un invitado ocasional de la almadraba que dijo que eran orcas, porque su gran aleta dorsal negra y de forma triangular recordaba a las espadas medievales, también llamadas espadarte, término del que derivaría esparte.

Que fuera una orca el denominado esparte es plausible dado que se han dado casos de avistamientos de estos cetáceos en nuestra costas, el último referenciado data de agosto del 2005 en playas del casco urbano de Marbella. Su alimentación principal son los atunes rojos que penetran al Mediterráneo procedente del Atlántico y pueden ser perseguidos por las poblaciones de orcas que viven durante todo el año en la proximidad del Estrecho de Gibraltar.

Me imagino que antaño serían más fáciles de poder ser observadas dado que precisamente en nuestra playa se instaló una almadraba para la captura de los atunes durante su migración, siendo el depósito en tierra de las enormes anclas que se utilizaban en su estructura, lo que otorgó la denominación del Ancla a esa zona de la playa de San Pedro.

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