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No esperes al ayuntamiento

Por Manuel Fernández Valdivia

No esperes al ayuntamiento. Seguramente estoy a punto de marcarme un Garzón. Ya saben, decir lo evidente a riesgo de acumular críticas e insultos de cierto sector; incluso algún damnificado por las pésimas o nulas políticas públicas dirigidas al sector empresarial de nuestro pueblo. Empecemos por las obviedades. Se dice mucho que el empresario es el creador de riqueza y, sintiéndolo mucho, es una afirmación errónea. Para que se produzca fuego necesitamos una fuente de calor, material combustible y, al menos, un 16 por ciento de oxígeno. O lo que es igual, un conjunto de actores que generen aquello que deseamos. En nuestro caso, unas finanzas locales sanas.

Por tanto, el grupo exigido para disponer de una economía vigorosa, será el compuesto por empresarios, trabajadores y clientela. Todos trabajando al unísono para mantener el bienestar común. Y, por supuesto, se presupone que todos, buscando la excelencia, realizan bien sus funciones. Después viene la cuestión de lo público porque, bien es cierto que, si queremos tener abierto nuestro comercio, las calles deben existir y estar en perfectas condiciones: asfaltadas, iluminadas, pintadas, limpias y seguras.

Es más que evidente que, a pesar de disponer de 300 millones anuales de presupuesto, el Ayuntamiento de Marbella, por el motivo que sea [esto daría para una tesis doctoral], no llega a cumplir con los mínimos exigidos a cualquier Administración Pública. Solo hay que viajar un poco y comparar: Estepona, Alhaurín de la Torre, Frigiliana, Nerja… Cualquier pueblo de costa e, incluso, el centro de Málaga capital, está mejor cuidado que las calles Lagasca, Marqués del Duero o la misma Plaza de la Iglesia, en la que se sitúa la oficina de Distrito. No hablemos ya de nuestros barrios.

Limpieza, seguridad, aparcamientos

A pesar de ello, coincidiremos en que no podemos esperar a que un día llegue el Ayuntamiento con su escaso y poco valorado personal de limpieza, para que los
potenciales clientes, residentes muchos en las urbanizaciones circundantes, al coger su coche por la mañana, elija nuestro pueblo para realizar las compras, en vez de dirigirse cómodamente a cualquiera de las dos grandes superficies del municipio, donde se les presta, sin cargos añadidos: limpieza, seguridad y aparcamiento gratuito, en ocasiones sin necesidad de realizar compra alguna.

Sin contar con el Ayuntamiento, tenemos la imperiosa necesidad de hacer atractiva la visita del cliente a nuestros establecimientos. De lo contrario, el pueblo se irá
deteriorando paulatinamente, nuestra imagen cayendo sin freno y la recuperación tras la crisis, difícil o prácticamente imposible, con la construcción de un nuevo centro comercial apuntándonos desde hace años, posiblemente proyectado a la entrada de San Pedro Alcántara, en la zona cercana al Río Guadaiza.

¿Recuerdan aquellos convulsos años 80? La gente salía por las noches a hacer guardias para prevenir robos en domicilios, vehículos y negocios. Pues, por ridículo o exagerado que parezca, si queremos salir de esta medianamente airosos, eso nos toca hacer ahora desde el punto de vista empresarial. Necesitamos unirnos en una o varias plataformas, si entienden que las actuales no son operativas para, activamente, disponer un mínimo de limpieza, seguridad, iluminación, etc.

Si no hay pérdida de votos

Hay calles que, si no fuese por amables comerciantes que dejan las luces de sus escaparates o letreros encendidos durante parte de la noche, no se podría circular
tranquilos. Gracias a que en el interior de los negocios existen instaladas cámaras de seguridad, se han podido solventar robos o agresiones, incluso ocurridas en el exterior de los locales. Merced a la labor que realizan a diario muchas personas, limpiando la porción de acera que tienen en sus casas o establecimiento, andamos con serenidad sin que los zapatos queden pegados al piso.

Y así, un sinfín de pequeños gestos que podemos ir implementando o mejorando para que nuestros negocios y, por tanto, el corazón del pueblo, siga latiendo al ritmo de empresarios, profesionales, empleados y clientes por igual. Eso sí, reitero, la solución pasa por unirse, aunque sea de tres en tres. De aquel movimiento vecinal de los 80, nació una brigada especial de la Policía Local. Los del pañuelo blanco al cuello. El Ayuntamiento, viéndose innecesario y apartado por los desencantados vecinos, no tuvo más remedio que reaccionar. Si no hay pérdida de votos, los políticos seguirán de brazos cruzados en una eterna campaña propagandística pagada por todos nosotros.

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