RAMON DORIA BAJO. La amistad
EL COMENTARIO
¿Qué es, en qué consiste «la amistad»? Prácticamente todos, alguna vez en nuestra vida, hemos conocido ese sentimiento de cercanía, de conjunción, de camaradería con el otro. Es un sentimiento en el que prima la unión frente a la competencia, el equipo frente a la rivalidad, la sinceridad sobre la mentira. Mejor dicho, donde sólo tiene cabida la verdad y donde no cabe la envidia insana sino la sana envidia que nace de la admiración de las cualidades del amigo.
La amistad es un sentimiento magnánimo y generoso propio más de los fuertes que de los débiles, de ahí que florezca sólo entre aquellos de los mejores, que, aun no siendo exactamente iguales, se sepan similares. Por lo general conocidos muchos y amigos pocos.
Cuando hay amistad entre dos personas, existe, entre ellas, absoluta sinceridad a la par que gran solidaridad. Sólo les falta el matiz de la «sexualidad» para constituir una verdadera pareja. Por eso, cuando las buenas parejas se disuelven: quedan como amigos.
A lo largo de la vida, es frecuente que el considerado amigo tenga algún desliz para con uno. Lo cual, en sí mismo no ha de ser un especial problema pues ya lo dice Proust “Cada amigo, con su vicio”. En eso consiste la tolerante flexibilidad que sustenta la amistad.
Ahora bien, cuando el desliz denota envidia ¡cuidado: algo huele a podrido en la relación! Y si la envidia llega hasta la puñalada, lo cual es signo inequívoco de oculta rivalidad, aparece, entonces la enemistad en toda su extensión. Enemistad tan perdurable como lo fuera el grado de amistad pues la traición es lo último que se espera de un amigo. La talla de uno, la da tanto la de los amigos como la de los enemigos. Lo que no quita que a cada enemigo se le pueda adjudicar su correspondiente virtud.
Ni que decir tiene que la amistad es un fruto más raro que su contrario pues la nobleza y generosidad de alma son escasas, y más ahora, en esta sociedad, donde los poderosos priman la competencia cainita como medio de debilitar los liderazgos naturales y la formación de equipos humanos, tan peligrosos, ambos, para la permanencia del poder injusto que actualmente domina la sociedad. Así pues -a pesar del realista “Ni asao recalentao ni amigo reconciliao”- ¡vayamos contracorriente, pensemos en la amistad como un valor a recuperar!
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