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El 8M es más necesario que nunca

Otro 8 de marzo, otro Día Internacional de la Mujer, y esta vez con menos ruido del habitual. ¿Soy la única que lo nota o este año los medios de comunicación y las redes están mucho más calladitos con el tema? Hasta hace unos años, la semana del 8M era un hervidero de debates, reportajes, historias de mujeres inspiradoras y cifras sobre la desigualdad. Ahora, parece que hemos pasado a “otros temas”.


Y claro, si no se habla de ello, es que ya no hace falta, ¿no? Que la igualdad ya está conseguida y podemos relajarnos… Si fuera así, sería maravilloso. Pero, amigas y amigos, la historia nos enseña que cada vez que el feminismo logra un avance, después llega una especie de “contramaldición”. Una resaca histórica en la que nos confiamos y el péndulo vuelve a oscilar hacia atrás.


Miremos atrás. En la Segunda República española, las mujeres lograron derechos importantes: el voto, el divorcio, ciertos avances laborales, etc. Pero luego llegó el franquismo y… ¿adivinen? Adiós libertades. El trabajo de las mujeres se limitó al hogar, y para sacar dinero del banco necesitaban permiso del marido. Pasamos del avance al retroceso. Luego, en los 70 y 80, vinieron grandes conquistas feministas: derechos reproductivos, más acceso al mercado laboral, leyes contra la violencia de género. Pero siempre hay una ola reaccionaria dispuesta a decir “hasta aquí hemos llegado”.


Y ahora, en pleno 2025, estamos en ese momento en el que algunos afirman que “ya está todo hecho”. Que hablar de feminismo es exagerar. Que hay que centrarse en otras cosas. Que las mujeres ya tienen los mismos derechos que los hombres, que no hay machismo, que si no hay más mujeres en puestos de poder es porque no quieren, y bla, bla, bla.


Pero la realidad es tozuda. En España, en 2024 fueron asesinadas 46 mujeres por violencia de género. Nueve niños murieron por violencia vicaria. El feminismo ha conseguido que se hable de ello, pero las cifras siguen siendo escalofriantes. Las brechas salariales existen. Las mujeres siguen cargando con la mayor parte de los cuidados. Y en política, los discursos anti-feministas ganan adeptos.


Entonces, ¿realmente nos podemos permitir bajar la guardia? ¿Podemos permitir que cada vez se hable menos del 8M, que haya menos titulares sobre igualdad, que las redes sociales pasen de este tema? Si algo nos enseña la historia es que los derechos no se mantienen solos: o se defienden, o desaparecen.

Así que este 8 de marzo, en San Pedro Alcántara y en todas partes, sigamos en pie. Sigamos hablando, recordando, manifestándonos. Porque, aunque algunos prefieran pensar que “ya está todo hecho”, el feminismo sigue siendo más necesario que nunca.