Reportajes

Aviso a navegantes: estamos con las presas al cuello

El abandono de las presas siguientes centenarias

Existen varios embalses centenarios, Las Medranas, Lago de las Tortugas, el Pantano Viejo del Ángel y Lagomar, cuyo abandono pudo provocar una tragedia tras las trombas de lluvia de hace unas semanas. El agua superó la coronación de todos ellos aunque, contra la lógica de la ingenieria, resistieron el embate de la lluvia, previniendo una posible tragedia si se hubieran roto. Están catalogadas como presas de categoría A (máximo riesgo), pero no cuentan con un mantenimiento y conservación adecuados por parte del Ayuntamiento.

Embalse
Embalse. C.L.

Las lluvias caídas hace unas semanas en San Pedro y el resto de la Costa del Sol han sido las más copiosas de los últimos cien años, con 200 litros caídos por metro cuadrado en 12-14 horas. Y sus devastadoras consecuencias han afectado a multitud de equipamientos públicos y privados, coches, playas, casas y garajes inundados, etc.
De hecho ha sido un milagro que en todo el término municipal no se haya producido ninguna muerte a causa de las lluvias y sus consecuencias. Porque podía haber sido mucho peor: existen cuatro embalses centenarios cuyo tope (la coronación) fue ampliamente superado durante las pasadas lluvias y si se hubieran quebrado el desastre podría haber sido mucho mayor.
Un ejemplo: existe un viralizado vídeo de una mujer pidiendo ayuda para los animales instando a que abran la compuerta del embalse de Las Medranas. Pues bien, esa presa no puede abrirse porque no tiene compuerta, su desagüe está colmatado y el aliviadero no fue suficiente. En Las Medranas el agua sobrepasó en 80 centímetros el tope de la coronación de la presa y, en boca de un ingeniero experto en estos asuntos, ”cuando eso pasa solemos recomendar ir a rezar a la capilla más próxima porque las presas no están diseñadas para aguantar cuando el agua pasa por encima del muro”. Este técnico señala que Las Medranas resistió porque hace cien años las obras de ingeniería se hacían para durar y porque está cimentada sobre viscornil, una capa de roca extremadamente dura.
Esto mismo ha pasado en otros tres embalses, el Viejo del Ángel, de las Tortugas y Lagomar. Las aguas sobrepasaron sus topes de coronación pero aguantaron contra la lógica de la ingeniería. Estos embalses y el de Las Medranas son de titularidad municipal y, por tanto, es el Ayuntamiento el que tiene que velar por el mantenimiento y buena conservación de estas obras de ingeniería.

Embalse
Los peligros de la lluvia. C.L.

El reglamento de seguridad de presas y embalses de 1996 establece tres riesgos A, B y C y todas ellas son de tipo A, la de categoría más peligrosa por el riesgo de avenidas. Los desagües no funcionan, están colmatados, los aliviaderos son insuficientes. En el de Las Medranas, que puede con 0,65 metros cúbicos por segundo, el caudal que entró fue de 60 metros cúbicos por segundo.
El Ayuntamiento lleva décadas dando la espalda a estas presas. En 1992 la Comisaría de Aguas del Ministerio de Obras Públicas mandó un escrito al Consistorio informando de que son ahora los titulares y, de acuerdo a la normativa, tenían que velar por la seguridad de las presas y poner un ingeniero a cargo de un equipo de mantenimiento y conservación.
Pero esto cayó en el olvido al clamor del desarrollo urbanístico y otros asuntos más acuciantes. A pesar de que deberían haber sido realizado por el propio Ayuntamiento, en 2008 desde Medio Ambiente de la Junta se realizaron unos informes sobre las presas, revisando las obras y haciendo también un Plan de Emergencias. Con esos estudios técnicos en la mano, el Ayuntamiento tendría que analizar el trabajo presentado, aprobarlo y remitirlo a la Consejería de Medio Ambiente, para que desde la Junta lo aprobaran. Pero no se ha mandado nada.
Uno de los mayores expertos municipales sobre este asunto, el técnico Javier de Luís, señala que “los sucesivos Ayuntamientos han hecho muy poco caso a estas presas. No hay un equipo adecuado para mantenerlos y chequearlos, hace años que el ingeniero a cargo se jubiló”. De Luís espera que, tras las lluvias pasadas, se tome nota y se actúe por la seguridad de todos ante futuras trombas de lluvia.

 

San Pedro, una historia de regadío y de embalses

Embalses
Embalse San Pedro. C.L.

Dicen que la Historia siempre se repite. En el caso de la experiencia de San Pedro con la rotura de embalses esperemos que no sea así. Porque hace más de cien años existía una presa, la del Capitán en el ahora conocido apropiadamente como paraje de Pantano Roto, que se quebró debido a un temporal de intensas lluvias que se llevó por delante cultivos y numerosos animales muertos.
Como relata el historiador José Luis Casado Bellagarza en su tesis “La colonia agrícola de San Pedro Alcántara. 1857-1910”, era el embalse de mayor capacidad, con 400.000 metros cúbicos, y se construyó en el arroyo del Capitán, afluente del arroyo del Chopo. Y el 5 de septiembre de 1888 reventó a causa de un temporal que asolo Andalucía. Tal y como recogía en portada el diario malagueño La Unión Mercantil, el 8 de septiembre de 1888:
“…desde el Arroyo del Chopo hasta el mar, o sea sobre un espacio de más de tres kilómetros, la vega había desaparecido por completo, así como la caña, maíces y demás frutos de verano de que se hallaba sembrada. Las pérdidas se evalúan en más de 30.000 duros [150.000 pesetas], habiendo perecido 150 cabezas de ganado cabrío, 10 de cerdos (sic) y 4 de vacuno”.
Un anillo de presas centenarias rodean por el norte el termino municipal. Las necesidades de agua de las crecientes colonias de San Pedro y El Ángel hicieron necesaria la construcción de estos embalses. Según Bellagarza, el conjunto de obras hidráulicas construídas para el regadío en el siglo XIX (Medranas, Viejo Ángel, Cancelada, Leche, Lago de las Tortugas, etc) conforman una obra pionera en el conjunto de Andalucía y España que antecede en décadas al desarrollo de los embalses de iniciativa pública que se puso en marcha ya en el siglo XX.
Por todo ello, el historiador sampedreño reivindica la necesidad de proteger estas obras históricas de nuestro pasado industrial-colonial con la catalogación como Bien de Interés Cultural. Son testimonio de nuestra historia. A pesar del abandono y falta de mantenimiento al que han sido abocados por la desidia municipal durante décadas.