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La invisibilidad de la figura femenina en la Educación es un buen motivo para apoyar el 8M

En este país, aún nos cuestionamos la necesidad de una huelga feminista del 8M, y volvemos, un año más, a restar importancia a la lucha por los derechos de las mujeres.  Se habla constantemente de cuotas, de techo de cristal, de la brecha salarial, de la terrible violencia machista que mata a las mujeres por el hecho de ser mujeres, de la invisibilidad de los méritos de nuestras deportistas femeninas… Todas ellas razones válidas para acudir en masa a la huelga año tras año hasta que la situación cambie. Pero, se olvidan de algo, se olvidan de la persistente raíz patriarcal que comienza desde los inicios de cada ser humano. Desde los roles y estereotipos de género que nos aplican a niñas y niños desde que nacemos, pasando por los juguetes y los dibujos animados de los más pequeñ@s hasta llegar a la etapa educativa en la que empiezan a empaparse de todos los logros del ser humano, o del Hombre en mayúsculas, del progreso humano, de la ciencia, la filosofía, la literatura… Hombres y más hombres. ¿Y las mujeres? No hay, no existen. Cuidaban de los grandes hombres, se encontraban siempre detrás de ellos, a la sombra, como nos recuerda el dicho popular que tod@s tenemos en mente: “detrás de un gran hombre, hay una gran mujer. Sí, así es, detrás, siempre detrás.

Una Marie Curie o una Santa Teresa de Jesús serán algunas de las grandes mujeres que conoceremos durante nuestro aprendizaje en la escuela, una etapa que llega hasta nuestra madurez. Todas las grandes figuras femeninas que han existido en nuestra Historia y que siguen poniendo el acento serán invisibles en nuestro sistema educativo hasta que el sistema patriarcal no dé un vuelco de 180 grados. Por ende, tendremos que ser nosotras y nosotros quienes busquemos esa información, quienes leamos más allá de los contenidos aburridos y sesgados que nos enseñan en los libros de texto y que tan ardua nos hacen la labor de aprender y motivarnos. Tendremos que aceptar tamaña responsabilidad en pos de un futuro mejor, de un conocimiento mayor que nos dé el poder necesario para acabar con las injusticias que aun hoy en día llenan los titulares.

Si nos enseñan una visión del mundo sin mujeres, un mundo repleto de protagonistas masculinos que realizan grandes descubrimientos y hazañas para la humanidad, nos están enseñando un mundo en el que la mujer no cuenta. Es solo un complemento. Y uno tras otro se perpetúa la violencia machista, la falsa creencia de superioridad de ellos, los chistes malos, los malos gestos y las connotaciones negativas de lo femenino. 

Si pretendemos una sociedad real de roles compartidos, exenta de violencia de género, de brecha salarial y de discriminación de cualquier tipo, podríamos comenzar por rascar muy profundamente en la raíz del problema y obligar a toda la sociedad a avanzar en una responsabilidad colectiva conun mensaje claro y unitariode igualdad y respeto para todas las personas, mujeres y hombres en igualdad de condiciones, derechos y libertades.

¿Por dónde comenzamos? Desde mi posición, atacaría de pleno a los libros de texto, inútiles, sesgados y poco motivadores. Exigir un contenido de calidad para las nuevas directrices educativas exentas de sexismo. Y ya que nos metemos de lleno en la Educación, en la verdadera base que debe ser modificada desde sus cimientos, una formación con perspectiva de género urgente para el profesorado y una coeducación real en las aulas nos allanaría muchísimo el camino. La Lomloe va por este camino, lo que me reconforta muchísimo. Si a esto le sumamos la creación de talleres y charlas continuadas para las alumnas y alumnos sobre educación sexual integral, violencias de género (en plural, pues son muchas), igualdad, visibilidad de la mujer en la Historia, etc., lograríamos incentivar mucho más su curiosidad, interés y, sobre todo, el respeto entre iguales, entre todos y todas. O sea, es solo aplicar las acciones reales que están ahí, encima de la mesa de los dirigentes, de las propuestas que no terminan de calar, que se quedan ahí, en propuestas. Por esto, ¡Basta! ¡Paremos! Paremos todas las mujeres para que esto pueda llegar a ser posible antes que tarde. Paremos de una manera simbólica. Paremos ese día de consumir, de aplicar cuidados más que a nosotras en la medida que sea posible; fomentemos el autocuidado; paremos de hacer otras obligaciones de la rutina diaria y salgamos a las calles a manifestar la necesidad de un cambio real.

Debemos dejar de lado las ideologías políticas de cada una y abrazar la sororidad en una alianza real entre las mujeres.

El mensaje debe seguir calando, debe seguir llegando a toda la sociedad, debemos exigir la eliminación de la brecha salarial, de los techos de cristal, de la violencia de género, del acoso sexual… Deben ser castigadas todas estas injusticias y debe ser implantada, de una vez por todas, una educación de verdad, libre, gratuita y feminista, colmada de referentes femeninos que animen a nuestras niñas a querer ser grandes mujeres, a querer crecer como personas realizadas, maduras e independientes. Fuertes y libres. Una educación que ataque de lleno la violencia, que la rechace y que trabaje con la empatía y la creatividad mano a mano. Por ello, el mensaje de este 8M es fundamental, es necesario y debe pasar de madres a hijas, de profesoras a alumnas. Es una responsabilidad de todas, no solo de las asociaciones o de los sindicatos, hacer llegar esta gran voz a todo el planeta.

Son muchos los cambios pendientes, una reforma laboral que iguale sueldos, puestos de poder y responsabilidades, horarios más flexibles para conciliar de verdad la vida familiar y la laboral, para vivir dignamente. No pedimos un imposible, exigimos una realidad que nos llega tarde, pero que llegará, no me cabe la menor duda.

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