Medusa gigante

Por Jesús Mackintosh

Al inicio de este otoño se ha podido constatar el avistamiento de numerosos ejemplares de la medusa denominada científicamente como Rhizostoma luteum. Hasta hace poco se dudaba
de su existencia porque. desde que fue descubierta por unos investigadores franceses en el año 1827. apenas se tenían conocimiento de nuevas observaciones.

Esta medusa llega a pesar 40 kilogramos, puede alcanzar los 60 cms de diámetro en su umbrela, y los largos tentáculos que va arrastrando pueden llegar a medir 2 metros de longitud. De ahí su calificativo de gigante. Se sabe que su picadura no es peligrosa, pudiendo causar una leve irritación. Un día tuve la suerte de poder contemplarla en su medio. Íbamos nadando a unos doscientos metros de la orilla, cuando de pronto distinguí una figura redonda sumergida apenas a metro y medio de la superficie. En un primer momento la asocié a una boya de balizamiento hundida, pero al contemplar su grácil movimiento llegué a la conclusión de que se trababa de un rhizostoma luteum. Ya que tenía una vaga idea de que su presencia por esta zona era relativamente frecuente.

Todo el grupo de nadadores detuvimos nuestra marcha para disfrutar sorprendidos de este bello escifozoo, que se fue alejando lentamente describiendo una trayectoria lateral para alimentarse del fitoplancton que las corrientes frías de poniente habían traído. El verano del 2020 puede que haya sido uno de los más tranquilos en cuanto a la presencia y picaduras de medusas; sobre todo de Pelagia noctiluca, que es la más popular de la zona por su masiva aparición durante otros veranos.

Hay un estudio que relaciona dicha aparición con las nevadas, los años que hay mucha nieve en Sierra Nevada, al producirse el deshielo entra más agua dulce en el Mar de Alborán. Esta agua dulce se queda en la superficie porque al no tener sal no se hunde, y al calentarse por la acción del sol genera el entorno ideal para la proliferación de esta especie.

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