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Carta a Ángeles Muñoz

Desde Lagasca

Carta a Ángeles Muñoz

Carta a Ángeles Muñoz. Hola Ángeles ¿la puedo tutear? Sí, soy yo, el protestón, el inconformista, el que se queja, según algunos, por todo. ¡Qué poco me conocen! O qué poco quieren ver la realidad que nos rodea. Pero bueno, pelillos a la mar. Hoy vengo a pedirle algo fácil para usted. O, mejor dicho, fácil para el ayuntamiento que dirige, que dispone de un presupuesto anual que ronda los 300 millones de euros.

Como bien sabe, o debería saber, el municipio, como muchos otros, padece la cruda realidad del sinhogarismo. Tenemos un buen número de personas que viven día a día, noche tras noche, en las calles. A la intemperie intentan sobrevivir a los insultos, el desprecio, la exclusión, el olvido y a ellos mismos. Sí, porque, asociado a este grave problema, también está la dependencia a sustancias, la enfermedad mental o, simplemente, la falta de recursos educativos.

En su mano ha estado desde el año 2007 la posibilidad de erradicar el sinhogarismo en Marbella y San Pedro Alcántara. Desconozco su particular motivación para no hacer nada al respecto, pero sí la de alguno de sus concejales, que entienden cualquier acción que redunde en mejorar la vida de estas personas, suficiente señal para crear lo que ellos denominan “efecto llamada”. Y digo yo: ¡Qué orgullo sería para esta ciudad de oropel, ser la solución para las personas más desfavorecidas de su entorno! ¿Se lo ha planteado alguna vez? Sí mujer, que Marbella, además de por el tráfico de drogas, la desaparición de personas o los ajustes de cuentas, sea conocida también por cuidar, pero cuidar de verdad, de sus “pobres”.

Soportando la lluvia a la intemperie

No pretendo que se convierta, de la noche a la mañana, en el Padre Ángel. El papel no le pega. Sé que tiene otras aspiraciones y objetivos en la vida pero, por qué no
solventar este asunto. Está en su mano. No hay competencias ni administración superior que se lo impida. Tampoco los recursos materiales o económicos. Si algo
separa a esta gente de tener una vida mejor, solo depende de un gesto o una palabra suya para “sanarse”. Ellos y, quizás, de paso, usted. Sé que han gastado alrededor de un millón de euros en oficinas de atención al “sin techo”, en contratar a personal “especialista” en la materia, y en protocolos “pioneros e innovadores”. Pero la realidad, señora Muñoz, es que estas personas siguen en las calles, soportando el frío, la lluvia y la falta de dignidad que su situación conlleva.

Usted verá. Su conciencia dirá si permite, un año más, que ellos, continúen otra Navidad, un minuto más, sin un techo en el que cobijarse. Un lugar en el que sentir el
calor del hogar que perdieron o que no supieron mantener. Los motivos no importan, el final de su situación, sí. Y está en su mano. Nadie le impide, por una vez, demostrar que tiene corazón.

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